En 1909, el psicólogo Edward Titchener tradujo el alemán Einfühlung (sentimiento en) al inglés como empatía. La empatía se puede definir como la capacidad de una persona para reconocer y compartir las emociones de otra persona, personaje ficticio o ser sensible. Implica, en primer lugar, ver la situación de otra persona desde su perspectiva y, en segundo lugar, compartir sus emociones, incluida, en su caso, su angustia.
Para mí compartir la perspectiva de otra persona, debo hacer más que simplemente ponerme en su posición. En cambio, debo imaginarme a mí mismo como él y, más que eso, imaginarme a mí mismo como él en la situación particular en la que se encuentra. No puedo empatizar con un sentimiento abstracto o desapegado. Para sentir empatía por una persona en particular, necesito tener al menos algún conocimiento de quién es y qué está haciendo o tratando de hacer. Como escribió John Steinbeck: «Significa muy poco saber que un millón de chinos se mueren de hambre a menos que conozcas a un chino que se muere de hambre».
La empatía a menudo se confunde con lástima, simpatía y compasión, que son reacciones a la difícil situación de los demás. La compasión es un sentimiento de incomodidad ante la angustia de uno o más seres sintientes, y a menudo tiene connotaciones paternalistas o condescendientes. Implícito en la noción de piedad está que su objeto no merece su difícil situación y, además, es incapaz de prevenirlo, revertirlo o revertirlo. La lástima es menos comprometida que la empatía, la simpatía o la compasión, y equivale a poco más que un reconocimiento consciente de la difícil situación de su objeto.
La simpatía (sentimiento de compañerismo, comunidad de sentimientos) es un sentimiento de cuidado y preocupación por alguien, a menudo alguien cercano, acompañado de un deseo de verlo mejor o más feliz. Comparada con la compasión, la simpatía implica un mayor sentido de similitudes compartidas junto con un compromiso personal más profundo. Sin embargo, la simpatía, a diferencia de la empatía, no implica una perspectiva compartida o emociones compartidas, y aunque las expresiones faciales de simpatía transmiten afecto y preocupación, no transmiten angustia compartida. La simpatía y la empatía a menudo se llevan entre sí, pero no siempre. Por ejemplo, es posible simpatizar con cosas como erizos y mariquitas, pero no, estrictamente hablando, empatizar con ellos. Por el contrario, los psicópatas que no sienten absolutamente ninguna simpatía por sus víctimas pueden, no obstante, hacer uso de la empatía para atraparlos o torturarlos. La simpatía también debe distinguirse de la benevolencia, que es una actitud mucho más distante e imparcial.
La compasión, o «sufrir junto a» alguien, es más comprometido que simple empatía, y se asocia con un deseo activo de aliviar el sufrimiento de su objeto. Con empatía, comparto tus emociones; con compasión no solo comparto tus emociones, sino que también las elevo a una experiencia universal y trascendente. La compasión, que se basa en la empatía, es uno de los principales motivadores del altruismo.
Neel Burton es autor de Heaven and Hell: The Psychology of the Emotions y otros libros.
LO BÁSICO
- La importancia de la empatía
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