¿De dónde viene el dolor de mi perro?

¿Tu perro alguna vez grita de dolor y no sabes por qué?

Como veterinario de emergencia, esta queja de presentación es bastante común y, a menudo, los clientes están desconcertados sobre por qué ocurre esto. Puede ser muy angustioso para los padres de cachorros escuchar a sus perros actuar de esta manera, así que pensé en revisar este problema para que puedas ayudar a tu dolorosa mascota.

Déjame contarte una historia…

Hace aproximadamente 6 semanas, Carter Howard, una miga de galleta de 11 años de edad, comenzó a mostrar signos de dolor. Gritaba cuando lo levantaban, lloraba o aullaba al azar, a veces cuando se movía y otras veces cuando estaba quieto.

Su pequeña cola rizada no era tan activa como había sido.

Si tuvieras que adivinar de dónde viene el dolor de Carter, ¿qué dirías?

Cuando lo examinaron, se encontró que Carter tenía dolor en la zona media de la columna vertebral y posiblemente en el cuello. Esta es la causa más común de dolor repentino en perros. En la mayoría de los casos, es probable que exista algún dolor crónico del que realmente no nos cuentan ni se quejan, pero cuando tienen un dolor repentino y agudo, gritan. Esto sucede debido al pinzamiento de los nervios o la médula espinal.

Ocasionalmente, otras causas, como la enfermedad de la vesícula biliar o problemas intestinales, pueden causar esto, pero esto es poco común.

Carter se hizo radiografías y análisis de sangre y le dieron medicación y descanso para su problema. Estaba bien, pero no había vuelto a su estado normal. Carter entonces comenzó a mostrar un cambio más serio. Le dolía más y tenía los nudillos de la pierna delantera derecha. Esto indicó presión sobre la médula espinal en su cuello.

Se realizó una resonancia magnética y uno de sus discos intervertebrales se rompió y estaba ejerciendo una gran cantidad de presión en la médula espinal. Se realizó una cirugía para extraer el disco roto y aliviar la presión. Carter se recuperó muy bien, estaba caminando al día siguiente y ahora 2 semanas después, y casi ha vuelto a su estado normal.

Si se hubiera permitido que esta condición progresara, podría haberse quedado permanentemente discapacitado.

Previo a este episodio, Carter tenía síntomas de dolor intermitente y fue tratado con medicación antiinflamatoria, suplementos articulares, terapia con láser y reposo. Estos tratamientos ayudaron a que se sintiera mejor, pero no borraron ni curaron el problema subyacente.

Hay algunos perros que pueden tratarse de forma conservadora sin cirugía. En estos casos, es importante evitar traumatismos en la espalda o el cuello. Esto puede incluir el uso de rampas o escaleras para subir y bajar de la cama, reducir la cantidad de saltos y usar suplementos para las articulaciones.

La mayoría de los perros con problemas de espalda mejorarán con el tiempo y el manejo del dolor (incluida la fisioterapia), pero hay algunos perros que necesitarán cirugía para recuperar la capacidad de caminar. Cuando hay demasiada presión sobre la médula espinal, puede ocurrir un daño permanente. SI su perro arrastra las patas o tiene dificultades para levantarse, debe ser examinado por un veterinario de inmediato.

Si su perro alguna vez grita de dolor sin motivo aparente, lo más probable es que se deba a dolor de espalda o cuello. Las claves para la curación son el tiempo, el descanso y, si es necesario, la cirugía.

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